Creo en el deseo de paz sincera de cada venezolano, creo en su interés de mirar al otro sin odio, sin diferencia.

Creo en el ciudadano que quiere recordar con orgullo, llevar sin amargos recuerdos la nacionalidad que le otorga por derecho la Constitución de la República al nacer en Venezuela, ser venezolano.

Creo en la capacidad del que vive en el barrio, para comprender que «el rico» no es más que un hermano, que es ante los ojos de Dios un ser humano igual que tu. Creo en el «rico» que dispone de su esfuerzo, de su historia de vida, de sus capacidades, para ayudar aquel que le faltan los recursos económicos y mentales para crecer y transformar su historia de vida.

Creo en una sociedad que valora al país, que reconoce que nuestra tierra siente, llora, ríe, que mira objetivamente la escasez, las colas, la decadencia de los servicios, la inseguridad, la violencia y todos los males que no han podido atacar, porque lo importante ahora es «la política», el quien habla mejor o peor, el que mueve más o menos gente, el que gana más alcaldías que gobernaciones, pero también creo en esa sociedad que reacciona y comprende que no es la realidad que nos merecemos.

Creo en el venezolano que duerme y si se dispone a hacerlo, puede dormir tranquilamente, sabiendo que durante el día, hizo algo para cambiar  y transformar el rumbo del país, sabiendo que él mismo en sí, es «el cambio que quiere para el mundo».

Creo en el diálogo sincero y coherente, como mecanismo de paz, creo en el subsanar de los errores, creo en los derechos humanos y en las instituciones que los respeten, creo en la importancia de tener una sociedad que rechaza la exclusión por ser rojo o azul, por ser de Petare o de la California, por ser alto o bajo, negro o blanco, heterosexual o LGBTI (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transexual o Intersexual).

Creo en el venezolano dispuesto a tumbar la barricada emocional que nos separó en el camino, demostrando con afecto y amor, que en el fondo los políticos solo quieren mirar al lado que les convenga, por tanto, no les conviene que estemos unidos. Creo en el rechazo a la violencia, creo en el rechazo a la muerte provocada, la de todos, sin distingo, creo en el dolor y la indignación por la muerte del motorizado en la Rómulo Gallegos, los estudiantes Bassil, Robert, Juan, Jose, Genesis, Julio, Arturo, Delia, Asdrubal, Alejandro, Elvis, Geraldine, Jimmy, Jonny y todos los que han caído en la lucha.

Creo en el ciudadano que se despierta ante la adversidad y decide apostar a un país con un mejor presente, para un mejor futuro,  creo en el ciudadano que se da cuenta que el ser rojo o azul, es tan solo una camisa de fuerza que nos colocaron, y por tanto, es fácil quitárnosla, pero la piel, eso que no podrán quitarnos ni colocarnos fácilmente, sí es sentimiento verdadero, y te representa como VENEZOLANO , es en eso que debemos creer ante todo… en que somos Venezolanos, algo que no viene acompañado de apellido como «Chavista, Opositor, Niní» , simplemente Venezolano.

Hoy más que nunca creo en mi país, creo en una salida pacífica, creo en el descanso eterno y merecido de los que les robaron la esperanza de tener un mejor país, pero también creo en aquellos que caen a manos del hampa, de accidentes y de enfermedades. Creo en VENEZUELA, en su gente, en que antes que haber sido OFICIALISTAS u OPOSITORES, hemos sido y seguiremos siendo VENEZOLANOS!

@eduKcion

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